Nació y vivió al lado de las vías. Y trabajó casi toda su vida en el ferrocarril. Hasta que el menemismo clausuró su ramal. Se quedó viviendo en la estación. Y armó un museo.
Por sus venas parece correr vapor, ese vapor que exhalaban las locomotoras impetuosas que agrandaron y unieron el territorio sin necesidad del Winchester. Hijo único nacido, criado y ahora jubilado en Navarro, Carlos Beto Martino detalla ferroviariamente: “Nací el 6 de noviembre de 1937 a 140 metros de esta vía”.